La osteopatía es una técnica que se basa en la relación existente entre todos los sistemas del cuerpo para prevenir o curar determinadas disfunciones en el organismo. El objetivo es recuperar el equilibrio perdido por algún tipo de lesión y aliviar el dolor, restaurando el bienestar y la salud. Este proceso se lleva a cabo a través de una serie de manipulaciones tanto articulares como a nivel muscular.
Se necesita una completa evaluación corporal por parte del fisioterapeuta para determinar las técnicas que se deberán llevar a cabo en cada caso concreto. Por ello, existen diferentes tipos de osteopatía. La primera que comentaremos es la visceral, que se orienta hacia la curación de órganos internos y vísceras. Generalmente, el fin último de esta técnica es una mejora en el riego sanguíneo. En segundo lugar, podemos citar la osteopatía estructural, que intenta restablecer el equilibrio del esqueleto y los músculos, enfocándose, sobre todo, en la zona de la columna. Por último, podemos hablar de la osteopatía craneal, que se centra en los problemas que pueden generar en el sistema nervioso central los desequilibrios en la zona del cráneo.
Uno de los fundamentos de esta técnica es la visión del cuerpo humano como un todo, no como una suma de las partes. En consecuencia, la función de un órgano siempre estará influenciada por su estructura, por el movimiento de los fluidos o por el estado de los nervios. Son muchos los factores que pueden alterar nuestra salud y no siempre tienen por qué estar ubicados en la misma zona donde encontramos una lesión clara, ya que la influencia del desequilibrio de otra región de nuestro cuerpo puede estar produciéndola de forma indirecta.
Uno de los fundamentos de esta técnica es la visión del cuerpo humano como un todo, no como una suma de las partes. En consecuencia, la función de un órgano siempre estará influenciada por su estructura, por el movimiento de los fluidos o por el estado de los nervios. Son muchos los factores que pueden alterar nuestra salud y no siempre tienen por qué estar ubicados en la misma zona donde encontramos una lesión clara, ya que la influencia del desequilibrio de otra región de nuestro cuerpo puede estar produciéndola de forma indirecta.
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